"Lo menos frecuente en este mundo es vivir"
Despertador. Atasco, pitidos
y semáforos en rojo perenne. Dosis de cafeína y angustia laboral que te
adormece ocho horas al día. Atascos, pitidos y semáforos en rojo perenne. Sofá
para enchufar la mente a la nada mientras la angustia laboral sigue presente,
atormentando a cada suspiro. De lunes a viernes, cada semana de cada mes. Una
rutina disfrazada de superflua seguridad. Seguridad que hace años dejó de
existir.
Te preguntas cómo y por qué. Te preguntas cual es la
espiral, cual el engaño de la mente para impedirte pensar en otra cosa alejada
del ajetreo diario. Te preguntas si esos azotes mentales guardan algún secreto
que no eres capaz de vislumbrar. No entiendes tus mecanismos psicológicos y te
desespera esa sensación de derrumbe permanente.
Vives. ¿Vives? Quizá solo existas. Quizá solo respires en
ese pedazo de tiempo que va entre tu nacimiento y tu muerte. Quizá te dé pánico
a sumergirte en la vida con los cinco sentidos, quizá te aterre averiguar que
esa fingida seguridad es eso: fingida. Quizá tu mundo se esté derrumbando y ni
te des cuenta. Quizá necesites volver a mirar, volver a sentir. Y ser en
plenitud.
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