"La vida es como los espejos. Sonríales y le sonreirán. Póngales mala cara y le resultarán siniestros"
Te veo en medio del gentío,
tan sola, tan desapercibida para todo el mundo excepto para eso mismo, todo
el mundo. Te veo perdida, ausente en tí, como un eclipse lunar: una explosión de belleza oculta en sí misma. A
tientas, casi a ciegas, deambulando mientras te observas en infinidad de
cristales. “Espejito, espejito mágico”, le dices, “¿Quién es la más bella del
reino?”. Siempre la misma pregunta, nunca esperas a su respuesta.
Te veo como una noche estrellada,
un lienzo oscuro salpicado por diez mil diamantes que irradian todo su calor.
Un calor brillante, luminoso, sereno. Te veo como una noche llena de luces, una
pequeña llama que rompe la sombra más profunda e inunda hasta el último rincón
de paz y ternura.
Te veo con mis ojos y con mi
alma. Te veo con emoción, suspiros y pensamiento. Te siento, te imagino, te
lamento entre toda el gentío. Me hago pequeño al verte menguar, confusa por mil
imágenes que no están ahí, rebotando en lamentos que ese pequeño demonio pone
en tu camino. No, pequeña, no mengues, no rebotes. Deja que el universo te
llene, que las estrellas te iluminen y la luna te acune, pues hasta en las
mañanas más brillantes se vislumbra Venus.
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