"Todo depende del cristal con que se mira"
Hace mucho tiempo, en un país lejano en mitad de la jungla, sacerdotes
de diferentes religiones y sus seguidores discutían acerca de la vida y la
verdad. “La nuestra es la única verdad, y los que no la aceptáis os purificaréis
en fuego”, “No, nuestro Dios es el verdadero, así que arrodíllate, le debes
sumisión”. Las palabras se convirtieron en golpes, y éstos en sangre y muerte.
Finalmente, la noticias llegó a oídos del rey del país.
El rey, sin dilación, reunió a los sacerdotes. “Traedme un
elefante y a cinco ciegos de nacimiento”, ordenó a sus súbditos. A la mañana
siguiente, en mitad del palacio, estaba el animal y los cinco ciegos. Ordenó
que uno de los invidentes tocara la cola del elefante, otro que tocara la
trompa. El tercero, una de sus patas, y la oreja el cuarto. Finalmente, el
quinto ciego tocaba uno de los colmillos de marfil. “¿Y bien? –dijo el rey
dirigiéndose a los ciegos-, ¿cómo es un elefante?”.
“Es como una escoba” dijo el primero. “Es como una flauta
larga y gruesa” dijo el segundo. El tercero, sin pensarlo y acariciando la
planta del elefante, dijo “es una especie tronco, largo y duro”. “Es… es como un flabelo algo rígido, pero tan
grande que da mucho aire”. Finalmente, el quinto dijo “El elefante es un
asta. Fría, dura y alargada”. Escuchándose unos a otros, los ciegos empezaron a pelearse.
“¿Lo entendéis, ahora?” dijo el rey observando a los
atónitos sacerdotes.
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