"...allá muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra, que yo tengo aquí por mío cuanto abarca el mar bravío..."
Brindemos por la vida, hermano. Por la sucia, perra vida que
nos ha tocado vivir. No, no le reprocho nada, no le echo nada en cara,
aunque motivos tengo mil. ¿No me ves la cara? Esta sonrisa irónica no es
baladí. Brindemos por la vida, como digo, porque estamos vivos y porque queremos estarlo.
Brindemos, hermano, y follémosno la vida que tanto quiere
jodernos. Si hay sexo, al menos que sea por ambas partes, ¿no? Será más
divertido. Brindemos y cantemos como locos, mientras vemos a tanto memo cegado
dar vueltas en este carrusel de sueños rotos, como escuché una vez. Sí, o como
la bailarina de la caja de música, que nunca deja de moverse pero está anclada
en el mismo punto. Una y otra vez, sin remedio ni posibilidad. Así son todos. Así hemos sido siempre.
¡A la mierda, hermano! ¡Quememos nuestras casas y tiremos
estos trajes grises al fuego! ¿Que si estoy loco? ¿De verdad crees que el
loco soy yo? Mira a tu alrededor, mira sin compasión pero con toda la intención
del mundo. Yo no quiero esto, hermano. No quiero ser un corcho a la deriva ni
un bote hermético paradójicamente lleno
de aire. Me niego. ¡Me niego a resignarme! Quiero más, pero más de la verdad,
no como estos borregos que nos rodean.
Sí, quememos nuestras y hagámonos piratas, como los del
siglo XVIII. Vivamos del agua con todo el océano como hogar, mecidos por las
olas y arrullados por el mar como cantaba Espronceda. Busquemos una tripulación de locos cuerdos,
como nosotros, y digamos basta. Basta a esta vida perra que nos ha tocado
vivir, basta a este conformismo anestesiante que nos impide mover. Basta a
estos muros que no nos dejan ver lo bueno que el mundo nos ofrece.
Brindemos por eso, hermano. Por la vida perra que nos ha
tocado vivir. Por que el viento nos marque el rumbo. Por la libertad de espíritu. Y por las cosas bonitas que
conseguiremos.
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