"La suerte no existe, eres tú quien la trae"
Sí o no. Entras o sales. O,
mejor, te quedas en el burladero, seguro y con una mantita en los hombros, por
si refresca. Sí, puedes quedarte ahí quietecito, refugiándote del viento,
viendo como paso por delante de ti, alejándome cada vez más, mientras tu
suspiras por lo que podría haber sido y no fue. ¿Y todo por qué? Por ese
tejadito que te protege de la lluvia. Quédate, miéntete a ti mismo pensando en
el calorcito y lo confortable que se está ahí. Pero sabe que al final no sirve.
Sabes que al final entras o sales. Al final es un sí o un no.
Bien, veo que te decides. Estoy
contenta, la verdad, me alegro de no haber criado una gallina. Co, co, co… ¿Lo
notas ya? ¿Notas esos cuervos volando en tu estómago, posándose en tus tripas y
picoteándote por dentro? Ay, el amor son mariposas en el estómago, dicen. No,
no saben nada. Esto es lo que vale, ese desgarro, las piernas que no pueden
aguantarte y las rodillas que dan de sí. Eso soy yo, tenlo presente. Siente el
miedo, la esperanza y la ilusión. Siente el vértigo mareante y el clavo ardiendo
al que quieres aferrarte. Siénteme en ti, recorriendo cada milímetro de tu cuerpo, de tu mente y de
tu espíritu. Siente como te poseo y como te agito.
Has tomado una decisión, lo veo
en tu mirada, en tu porte. En tu forma de caminar. Coge el cubilete y agítalo.
Tira la moneda y veremos qué pasa, ya nada más puedes hacer. Simplemente mira
como gira, suspendida en el espacio, y cruza los dedos porque salga cara. La
suerte está echada.
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