domingo, 30 de marzo de 2014

SMS (Save My Soul)



"Can you see all the thigs I see... I'm on the edge"

En lo más profundo de una cueva oscura. O quizá en los más hondo de un pozo, invisible a  la mayoría. No lo sé, la verdad es que no sé dónde estoy, de donde vengo y, sobretodo, a donde me dirijo. Perdí el un rumbo que no si alguna vez había encontrado. Sí, está muy bien la charlatanería y buenas voluntades que repiten vacíos “cada uno marca su destino”. Patrañas, nacemos estrellados, nacemos con estrella. Nacemos para vivir, aunque la mayoría tan solo exista.

Estoy… ¿dónde estoy? Me encuentro en el filo de una navaja afilada en lo más alto del más alto monte. El viento azota, silenciando mis gritos de desesperación, desgarros de un alma que ya no se tiene ni a si misma. Un filo que empieza a temblar, como mis rodillas, como mi ánimo y espíritu. ¿No lo oyes? ¿Sigues sin oír mi S.O.S?

Estoy aquí, ante ti, ante el mundo entero. Os lo grito a la cara, os lo suplico. Me miras sin mirarme, me oyes sin oírme. No sientes lo que yo siento, no ves lo que veo, no oyes lo que oigo. El mundo me sonríe, me da palmaditas en la espalda, cantándome mil alabanzas, todas putrefactas. Tú me sonríes, intentas hacerme creer que estás junto a mí, estirando de la cuerda. Me sonríes, sí, mientras afilas el cuchillo que romperá la soga.

Una última vez, por si acaso. S.O.S.

lunes, 17 de marzo de 2014

¿Cueces o enriqueces?



"Lo menos frecuente en este mundo es vivir"

Despertador. Atasco, pitidos  y semáforos en rojo perenne. Dosis de cafeína y angustia laboral que te adormece ocho horas al día. Atascos, pitidos y semáforos en rojo perenne. Sofá para enchufar la mente a la nada mientras la angustia laboral sigue presente, atormentando a cada suspiro. De lunes a viernes, cada semana de cada mes. Una rutina disfrazada de superflua seguridad. Seguridad que hace años dejó de existir.

Te preguntas cómo y por qué. Te preguntas cual es la espiral, cual el engaño de la mente para impedirte pensar en otra cosa alejada del ajetreo diario. Te preguntas si esos azotes mentales guardan algún secreto que no eres capaz de vislumbrar. No entiendes tus mecanismos psicológicos y te desespera esa sensación de derrumbe permanente.

Vives. ¿Vives? Quizá solo existas. Quizá solo respires en ese pedazo de tiempo que va entre tu nacimiento y tu muerte. Quizá te dé pánico a sumergirte en la vida con los cinco sentidos, quizá te aterre averiguar que esa fingida seguridad es eso: fingida. Quizá tu mundo se esté derrumbando y ni te des cuenta. Quizá necesites volver a mirar, volver a sentir. Y ser en plenitud.

martes, 11 de marzo de 2014

Y la gota colmó el vaso (instantes 4)


"The pain was just too much when I finally saw her"

Pensabas no volver a escribir sobre el tema, y aquí estás. Pensabas que las cosas no podían ir a peor, y hete aquí a las cinco de la mañana, fumando, llorando, y escribiendo en tu ordenador. Y lo peor es que no sabes que vas a escribir. ¿Palabras de rabia? ¿De recriminación, quizá? No, no puedes. No estarías siendo justo, y naciste bueno, mal que te pese. Y todo en una noche que no parecía la indicada, una noche que empezó con cervezas, amigos y fútbol. Y acabará como acaban todas, solo. Porque estás solo, ahora, antes y siempre. Aquí y en el centro del universo, deseando que un meteorito te caiga encima para acabar con tu triste existencia. Pero no, un meteorito haría daño a demasiada gente, y ni aún sintiendo esto puedes aceptar tal cosa. Bastaría un camión, uno de esos que conducen como poseídos, para poner el punto y final. Tu punto y final. 

Se han ido, ambos. Ha ocurrido lo que preveías, lo que tu razón te dictaba pero tu amigo lo negaba una y otra vez, aunque su cara, al decirte adiós, quisiera expresar pena. Se han ido juntos y prefieres no pensar lo que están haciendo, aunque lo sabes. Hoy, esta noche, en este instante, la frase de aquellos americanos que decía “the pain was just too much when I finally saw her. She’s happy and in love, in love wih your best friend.What makes it hurt so bad is that I love them both, and they will neves know for love I sold my soul”*retoma un significado que aún no conocías, un significado doloroso. Ya lo dicen, jamás te irás a dormir sin saber algo nuevo. Lástima que todo lo que aprendes es doloroso. 

Ahora, más que nunca, necesitas huir. Tiene gracia, hace unas horas escribías sobre ello. Poco imaginabas que la necesidad se materializase de forma tan latente. Estás cansado de ser el hombre invisible al que nadie ve, el pobre perro que tiene que contentarse con un hueso y unas caricias detrás de la oreja. Estás cansado de la vida, de tu vida, pero sigues jugando, día a día, minuto a minuto, hasta que alguien pite el final del partido. Y así será, siempre seguiste las reglas. 

Acababas la primera parte de esta historia, meses atrás, diciendo que ella estaba feliz y que con eso te conformabas. Hoy darías todo lo que tiene por que alguien escribiese lo mismo sobre ti. Pero eso jamás pasará. 

domingo, 9 de marzo de 2014

Últimos instantes



"Buscar la felicidad es solo el pretexto para ser aún más infelices..."

Pasó el fin de semana. Uno de tantos otros, con sus más y sus menos. Pasó también el lunes con su mala leche y sus ajetreos laborales. Y el martes te da la bienvenida con una vista llena de niebla que ciega las luces, aún escasas, de la calle. 

Como cada día el coche te lleva a la estación de tren, y este al centro de la ciudad. La rutina sigue, día tras días, impasible. No importa si hace frío o calor (una chaqueta, un jersey ponen solución). Tampoco importa que el sueño, tu enemigo desde la infancia, azote sin compasión. Ella es más fuerte, más poderosa. Tanto que esclaviza a millones de persona año tras años, día tras día. Hora tras hora. 

El viaje al trabajo se hace más largo de lo habitual, aunque las agujas del reloj tarden lo mismo que cada día en hacer su recorrido. Supones que son las ideas que te rondan por la cabeza, que te hacen sumergir en tu mundo de fantasmas y princesas, lleno de esa niebla que te saludó al despertar. Que será el pensamiento, que jamás para. Como las manecillas de un reloj o las aspas de un molino, parece existir un viento que no deja de soplar, haciendo que gire y gire hasta aburrir a la misma eternidad. No sabes porqué tienes estos pensamientos. Quizá sea un medio para subsistir (algo así como una senilidad prematura), algo para alejar los otros pensamientos que, atentos, acechan en la oscuridad, esperando el momento oportuno para atacar como rapaces. Y, como lo que son, atacan por las espalda, a traición. Es el tercer día que lo hacen, siempre siguiendo el mismo modus operandi. Empiezan con una simple pregunta lanzada al aire, “¿como puede recriminarte algo?”. Y la máquina se pone a funcionar. “Si únicamente te da señales de vida cuando necesita que la vayas a buscar o cuando los otros no dicen nada”, “no eres más que un plato de segunda mesa”, “¿qué querrá? ¿Por qué esta actitud ahora, cuando el sábado no fuiste más que una mera sombra en la oscuridad?”. Una y otra vez atacan sin compasión. “¿Qué espera de ti? ¿Qué esperan –ella, los otros, el mundo- de ti? No eres más que un hombre”. Desde aquél e-mail –medio gélido para hablar, más si tiene tu teléfono y sabe que estarás donde ella diga en un chasquear de dedos- pidiéndote, de una forma muy sutil, educada y fría, la razón de por qué te fuiste sin decir adiós y por qué no respondiste al correo ipso facto

Quizá sean las ansias de la juventud o el egoísmo inherente a los hombres. Quizá sea algo distinto, no lo sabes. Pero no te hace gracia que, teniendo en cuenta que jamás responde un email, que da señales de vida de pascuas a ramos y que sabía como estaba el recinto del sábado –abarrotado, tan lleno de gente que impedía el paso- y que ella estaba en la otra punta con el chico de las caricias ausentes, dejándoos a tus amigos y a ti –por cierto, los inocentes que la lleváis cual princesa- en medio de aquél mar de personas. Quizá sea que lo quiere todo. Sólo “quizás”, estúpidas conjeturas sin fundamento aliñadas por tu corazón, incapaz de alejar aquellos sentimientos que alberga. 

Tan fuertes y malvadas son las ideas que ni con el trabajo logras quitártelas de la cabeza. Al fin y al cabo sabes que lo único que pretende es interesarse por tí.

¿Qué espera de ti?”. Sólo eres un hombre. Sólo un hombre.

jueves, 6 de marzo de 2014

Otros Instantes



"No matter what the cost my soul's the price to see her"


Como la última vez, llovía. Como la última vez, un mensaje te invitaba a salir por ahí. También como la última vez, sabías que ibas a ir, aún siendo consciente de que las risas serían sólo falsas máscaras de hipocresía, que el dolor sería tu aliado y que clamarías al cielo ante la incomprensión. "La juventud", te dices, intentado buscar algo de lógica en aquel maremagnum de sentimientos. Sentimientos propios y ajenos.

Muchas cosas han pasado desde la otra vez. Tres semanas, o quizá cuatro, dan para mucho. Desde hablar de pasos y escuchar de sus labios que está falta de cariño, hasta sorprenderte tras un "te voy a ayudar a que seas feliz". ¿Y porqué diablos pensará que no lo eres? Quedas que la pasarás a buscar por su casa para evitar la lluvia. La ves y se te corta la respiración. Como siempre, está preciosa. Como siempre, su sonrisa despierta demasiadas cosas en tu interior. Cosas que desearías borrar, pero no puedes. Al fin y al cabo, sólo eres un hombre. Sólo un hombre.

Vais a un bar. Tu amigo, ella y tú. El ambiente es mejor de lo que podrías haber pensado. Risas, bromas, puyas... No lo entiendes, pero flota algo en el aire que te hace pensar que las cosas cambiarán. Ilusiones que se esfuman como castillos en el aire. "Vamos a la discoteca", cortan de sopetón. Y como siempre, tú al volante atento porque no les pase nada. De bueno, pareces tonto. Temiendo lo peor, entras en el recinto. Y para sorpresa, mr. Sonrisa Profident no está. Quizá aquellos castillos se materialicen. Quizá, la venta sea, en, verdad, un castillo. Y acorde tras acorde, canción tras canción, algo nace. Algo parecido a la esperanza. Sonaba una gran canción cuando, sin previo aviso, lo viste entrar. Y las melodías destrozaron tu corazón. Y para más inri, al DJ se le ocurre poner Forever, canción que tiñó de pesares la otra noche.

Esta vez crees que vuelves solo a casa, así que, sin importante nada, le pides a Baco que te sirva una ginebra cargadita mientras evocas a Espronceda, como la última vez. Qué más da, el mundo puede irse a tomar por culo, piensas mientras le das un trago al vaso. Dices que te vas, y ante tu sorpresa, tu amigo dice que se va contigo. ¡Maldición! no vas solo y el alcohol hace mella en tu cuerpo. Te maldices por ser tan irresponsable, pero ya no hay vuelta atrás. El coche deberá ir a cuarenta kilómetros por hora. Ya habrá tiempo de ponerlo a ciento cincuenta cuando lo dejes. Además, el camino que te tocará recorrer solo tiene un sin fin de cuervas. Justo como ella...

Al final llegas a casa sano y salvo. Tantos accidentes que hay en las carreteras, y nunca te toca a ti. Subes a la habitación, esperando que Savatage y su Believe pongan las lágrimas que hace tiempo se te secaron, pero recuerdas que le prestaste el cd a alguien. Es igual, otra canción la suplirá. Play y encuentras algo más que música. Encuentras comprensión, apoyo, solidaridad. Encuentras palabras que te describen, melodías que te definen... Memories can only last so long ... Como trozos de ti que, poco a poco, van formando tu personalidad, tu vida. Where's the light, turn 'em on again, one more night to believe and then, another note for my requiem... the story's over when the crowds are gone . Sí, la historia se acaba, se ha acabado, porque estás solo. Solo con el perro, como siempre. Quizá sea nostalgia, quizá tristeza lo que te invade... playing the saddest song now that the lights are gone ... El cansancio te puede, y mientras suenan las últimas notas, una lágrima resbala por tu alma... and the lights, turn them off my friend, and the ghosts well just let them in, 'cause in the dark is easier to see ...

miércoles, 5 de marzo de 2014

Instantes



"Un instante es la eternidad. Eternidad es un instante. Cuando ves todo como un instante, comienzas a ver"

Cuatro gotas ponen fin al fin de semana. El sábado se te presentó con un mensaje invitándote a un amigo y a ti a su cumpleaños. Ir, no ir… sólo tienes dudas. La semana no ha sido fácil. Demasiados fantasmas en la cabeza y el maletín repleto de problemas laborales. Y ella, el Casper que te ronda cuando apagas las luces. Sabes que vas a ir, dejas las dudas en la esquina y te arreglas sin más. 

Tras algunas copas con tu amigo, os reunís con ella. Otra copa más y te proponen ir a la discoteca. No puedes dejar de mirarla. Es tan bonita, parece tan frágil que despierta demasiadas cosas en ti. Darías lo que te pidieran por abrazarla y hacerla tuya, cuidarla para siempre y protegerla de todo. Pero al entrar al local se abraza a otro chico y, por un buen rato, la pierdes de vista. “Creo que nos usan de chofer y de anzuelo para los celos”, te comenta tu amigo mientras bebe de su botella. Los ves en un rincón, hablando, sonriendo, sin apenas tocarse pero sin dejar duda de lo que flota en el ambiente. Y entre estruendos de guitarra y batería, el corazón se te deshace. Esta noche ni el alcohol puede darte consuelo. Dos vidas, y las de aquellos que puedan pasar por tu lado a ciento cincuenta, dependen de ti. Y el espíritu protector siempre te vence. 

La ves ahí, mirando con ojos húmedos, ávida por caricias que llegan a cuenta gotas. No comprendes como existen personas que ven piedra donde hay diamante, y las que veis la joya, os toca quedaros, de nuevo, con el perro. Cuando los dados se tiran, la suerte está echada y ni lamentos ni lloros la cambiarán. Así es la vida, unas veces se gana, la mayoría se pierde y no queda más que conformarse con un “te aprecio mucho” que apesta a vodka. 


Entre quebraderos de cabeza y fantas de limón, las horas pasan. Canción tras canción, cigarro tras cigarro, mirada tras mirada. “Y si muero qué es la vida, por perdida ya la di” recuerdas mientras te diriges al retrete. “Ojalá fuera todo tan fácil como mear”. Al volver te fijas en que está sola. Le han dado plantón. Sin entender el mundo, vas a la barra y tiras la casa por la ventana: “una cerveza, por favor”. Y poco a poco, sin avisar, llega la hora del cierre. Pero justo antes, sin aviso previo, al DJ no se le ocurre otra cosa que pinchar aquella canción, la que pasará a la historia como la banda sonora de aquella noche. Cantaban Y&T “forever yours”. Trago a la botella, coges a los dos ebrios y a fuera, al coche, a poner punto y final a aquella tortura… pero no. Con una voz medio alcoholizada medio suplicante te ruega que vayáis a algún sitio, aunque sea a la playa a ver amanecer. No es aconsejable ser buena persona, puedes terminar paseando solo por la arena, descalzo y con los pantalones remangados hasta media rodilla, mientras los que están bajo los efectos del alcohol ríen en la distancia sólo Dios sabe de qué. 


De esta forma escribes los últimos renglones de un fin de semana que más vale olvidar. Pero al fin y al cabo ella estaba contenta, y con eso te conformas.

martes, 4 de marzo de 2014

Deambulando



"Just what I saw in my old dreams were they reflections of my warped mind staring back at me"

¿Estamos vivos? ¿Lo estamos, realmente? No lo sé, cada vez tengo más dudas. ¿Y si todo es un truco de nuestra mente para hacernos creer que somos, que sentimos, que pensamos y vivimos? Quizá no seamos más que un pensamiento, la sombra de una idea de algún genio loco. Poco más que un suspiro programado para creerse superior… alguien… algo

¿Y si esto es tan solo una fantasía irreal para mantenernos mudos, sordos y atentos? Quizá sea el limbo, una especie de nada en la que vemos una película que dura toda una vida. Una historia que hacemos nuestra, que abrazamos y olemos pero que en realidad jamás nunca nos perteneció.

Quizá no estemos vivos. Quizá lo estuvimos, años atrás, y ahora no seamos más que una consciencia vagando por la eternidad, sin rumbo, sin destino. Quizá estemos condenados a la soledad eterna, a mil vidas sin sentido. Quizá estemos en el paraíso, en un nuevo jardín del Edén asfaltado y lleno de contaminación. O quizá sea el infierno. Al fin y al cabo el dolor corre a sus anchas. Si no lo crees, abre los ojos.